CARTA ABIERTA SOBRE TORRES DEL PAINE

Hoy, como comunidad que trabaja y convive a diario con el parque, sentimos tristeza, impotencia y abandono. No por lo que los medios de prensa dirán – ya que como dice el dicho, “después de la guerra, todos son generales”— sino porque quienes vivimos aquí, sabemos que lo ocurrido no es una sorpresa: es una herida anunciada.
En más de una década, hemos vivido hechos evitables. Es así como el 16 de noviembre de 2013, perdimos un colega y 2 visitantes frente al mirador Nordenskjöld.
Hoy, el dolor se vuelve a repitir: el 17 de noviembre de 2025, 5 turistas internacionales —2 mexicanos , 2 alemanes y 1 británica— fallecen en la travesía de intentar cruzar el Paso John Gardner.
No murieron solo por las malas condiciones climáticas de la montaña. Sino también murieron por falta de apoyo médico oportuno, inexistencia de un sistema real de rescate y la ausencia de infraestructura de emergencia en un parque reconocido a nivel mundial.
¿Por qué o cuándo pasa esto?
Este tipo de situaciones ocurren,cuando al parque lo convirtieron en un negocio, sin importar el servicio.
El Parque Nacional Torres del Paine, hoy se administra pensando más en recaudar que en proteger. Las rígidas reservas de los campings, obligan a dejar un campamento o refugio por la mañana, para avanzar hacia el siguiente reservado, incluso en condiciones climáticas extremas. Cada año disminuyen más los sitios de camping para que los visitantes no lleven su propio equipo , en especial el área privada , obligando al pasajero a comprar un paquete completo . Esto facilita que el cliente no esté equipado adecuadamente en un área donde ese detalle puede influir mucho. No existe flexibilidad para cambios por viento, nieve o peligro, decantando en que la experiencia del visitante se mide en cobros, más que en seguridad.
Las entradas suben constantemente de valor temporada a temporada, lo que no es sinónimo de que exista algún aumento en los beneficios para el turista visitante. Ejemplo de ello son los baños públicos los cuales son escasos y con funcionamiento irregular: cerrados, por congelamiento, por falta de agua o simplemente, por mal estado. Y no existe ni siquiera la preocupación de repararlos, más allá de dejar un cartel señalando que el próximo baño estará más adelante.
En montaña no existen refugios de emergencia. A pesar de visitar un parque de reconocimiento mundial, el turista no tiene dónde resguardarse, dónde pedir ayuda ni dónde recibir atención básica, si algo malo llegase a ocurrir.
La seguridad hoy, parece destinada a depender de la suerte:
• No hay atención médica inmediata en porterías ni refugios.
• No existe equipo de extricación para rescates vehiculares después de una colisión o volcamiento.
• No hay capacitaciones para los funcionarios que trabajan en el parque nacional con empresas que enseñen cursos de WFR, donde se enseña a evaluar y atender a los pacientes cuando es necesario. Ya es costumbre que se apueste a que en los senderos pase algún turista que tenga los conocimientos necesario, porque es médico o trabaja en el área de salud.
• Los caminos vehiculares al interior del parque han sido mal mantenidos, siendo intervenidos y estrechados, generando nuevos focos de riesgo de accidentes, que antes de la mantención, no existían. Lamentablemente, ante estas situaciones, las respuestas vacías se repiten: “siempre han sido así”, “no está malo, yo fui la semana pasada”, “avisaremos a la global”, “ustedes no saben lo que cuesta en dinero pavimentar, aquí yo soy la experta”, entre otras.
• No hay pavimento o asfalto para evitar todo el polvo en suspensión. A cambio, se utilizan empresas que cobran millones de pesos para mantener caminos, cuyas reparaciones en ocasiones, no duran ni 24 horas.
• La vegetación simplemente no se poda, creando puntos ciegos en los caminos vehiculares que impiden detectar a otros vehículos o fauna cruzando. Esto a causa de que no logran ponerse de acuerdo entre dos actores importantes: MOP y CONAF. Los reclamos se realizan una y otras vez, quedando siempre todo entrampado en la burocracia de ambas organizaciones, para que finalmente, ninguno de los dos ejecute acción concreta alguna.
• Los vehículos arrendados circulan sin control ni capacitación, manejando como si el parque fuera una carrera de rally, y tomándose los caminos como si fueran los únicos que transitaran por ahí. Aquí es donde las fiscalizaciones recurrentes deberían estar presentes, para minimizar el riesgo que conllevan estos conductores “avezados”.
• El turismo informal traslada pasajeros sin seguros, sin conocimiento, experiencia cuestionable y lo más importante, sin responsabilidad ante accidentes. No obstante, nadie tiene la voluntad real de fiscalizar a quienes operan de manera ilegal; pero si tienen todos los recursos, tiempo y disponibilidad a aquellos que se apegan al cumplimiento de las normas, porque de esta forma, se les hace el trabajo más sencillo.
Finalmente, y lo que es más grave: no existe una red de comunicación para emergencias ni internet disponible en todo el parque. Aquel que sufre un accidente, un volcamiento, una caída, un ataque cardíaco o simplemente se extravía, no puede pedir auxilio inmediato. En pleno siglo XXI, Torres del Paine sigue desconectado.
La falta de internet ya no es un problema técnico: es una negligencia que pone vidas en riesgo.
Que el dolor de hoy no vuelva a repetirse
Si hay que apuntar responsabilidades, la lista es extensa:
• CONAF, pero no los guardaparques que hacen milagros con sueldos bajos y múltiples funciones; sino a nivel central, donde se toman decisiones desde Santiago con desconocimiento del territorio, donde se “pierde” el presupuesto que el parque genera en una bolsa común: solo en entradas, más de 10 mil millones de pesos al año, sin contar concesiones ni porcentajes de venta.
• MOP, a quienes se les escribe semanalmente, se les envían fotos, videos y solicitudes de reunión para mejorar los caminos, sin avances concretos.
• Gobiernos de turno, que llevan años escuchando alertas sobre el monopolio que arrebató trabajo a empresas locales que operaban responsablemente, con guías, porteadores, transporte local y protocolos serios. Aquí queremos incluir a los ministros, quienes quizás vagamente conocen en terreno los problemas reales que se arrastran por décadas . No necesitamos más leyes señores gobernantes , necesitamos dinero, el mismo que nuestro parque produce y se lo llevan.
Hoy no buscamos culpables para calmar la ira , ni para señalar con el dedo. Buscamos voluntad real para que ninguna familia, en ningún país alrededor del mundo, vuelva a vivir una tragedia que pudo evitarse, por querer conocer y disfrutar esta maravilla que es el Parque Torres del Paine.
No queremos más homenajes póstumos, ni más discursos después de la muerte. Queremos prevención activa, protocolos diseñados para funcionar y no para cumplir en el papel, redes de comunicación para pedir ayuda cuando se requiera, caminos bien mantenidos y permitan transitar seguros, refugios donde protegerse cuando nuestro clima impredecible se haga presente, personal preparado que puedan aportar en casos de emergencias, guardaparques valorados y capacitados para marcar la diferencia entre la vida y la muerte si ocurre un accidente en el parque, y finalmente, una administración responsable, que entienda que un parque nacional no solo se cobra: se cuida la flora y fauna, y también a sus visitantes.
Torres del Paine es el destino que mostramos con orgullo a nivel país. Es el que amamos, en el que trabajamos, el que defendemos con viento, con nieve y con sacrificio. Por eso duele. Duele, porque no hablamos desde la comodidad de un escritorio: hablamos desde el terreno, desde la experiencia, desde la vida real de quienes sostienen este parque todos los días.
Este lugar es hogar, es sustento, es identidad. Es la montaña que nos protege, y la misma que hoy nos pide que cuidemos a quienes la visitan.
💙 Por quienes partieron sin recibir la ayuda que merecían, tanto en la tragedia del 2013 como en la del 2025 , por quienes vienen con ilusión, y por quienes trabajamos con amor: exigimos cambios reales, humanos y urgentes.
Agrupación de Transportistas de Turismo de Última Esperanza
Puerto Natales, 22 de noviembre 2025